Para muchas
personas el espejo y la báscula se han convertido en objetos que atentan contra
su salud emocional, tener unos kilos de más se ha convertido en un pecado.
Y ni siquiera es un tema que pase o se intente justificar desde el punto de vista de la salud física, que podría ser algo importante, sino que se ha convertido más en un tema de aceptación social.
Pero no
escribo esto para decretar si subir de
peso o bajar, si ser flaco o gordo, si ser esbelta o no este bien o sea lo
correcto, pues eso a fin de cuentas solo son ideas, conceptos, puntos de vista
y juicios, escribo este articulo para contarle a cerca de algunos puntos que quizá le resuenen al momento de aplicarlos a su situación en caso que esta este
relacionada con el sobrepeso.
¿Por qué nos
subimos de peso?, por comer o beber en exceso, por sedentarismo, por problemas
glandulares dirían otros, pero eso y mucho más ya lo sabemos, lo hemos visto en
muchos libros y programas de tv, ¿y que hacemos cuando queremos bajar esos
kilitos de más?, ejercicio, dieta, cirugías, medicamentos, etc, pero en algún momento nos preguntamos ¿para que subí de peso?, o en algún momento decimos
“¡antes de hacer dieta o recurrir a la cirugía o crearme una adicción al
ejercicio, voy a revisar mis necesidades internas!”, pues por lo general no,
porque no nos gusta hacernos responsables, es más fácil culpar a la genética,
al trabajo sedentario o al vecino que puso un puesto de empanadas deliciosas frente
a mi casa. Pero precisamente ahí esta la clave, en preguntarse el “¿para que?”
antes que el “¿Por qué?”, pues al hacer esto vamos a darnos cuenta como por
medio de esos kilitos de más estamos intentando solucionar algo que no es
evidente, algo de lo que no somos, o no nos queremos hacer conscientes, una
necesidad profunda, interna, una emoción que no ha sido gestionada
adecuadamente.
Bien, todos
somos un mundo totalmente diferente, por lo tanto afirmar que el sobre peso
tiene una causa emocional especifica o única seria de mi parte irresponsable,
pero si podemos revisar algunos puntos clave que quizá en cada caso nos puedan
dar una guía para comenzar a desenmarañar la situación o el conflicto que la
esta generando.
Como primer
punto y quizá la emoción más recurrente relacionada con el sobrepeso es el
miedo, ¿miedo a que?, al abandono, a la agresión, a la carencia etc, es decir,
si en algún momento vivimos o recordamos de otra existencia, una emoción que
nos hizo sentir (y me refiero a una percepción, no necesariamente a un hecho
como tal) abandonados por alguien cercano o importante, que nos hizo sentir
agredidos física o psicologicamente, que nos hizo sentir miedo a un futuro
carente de alimento, de dinero, de afecto, pudimos haber creado una información de necesidad que necesita ser en algún momento atendida, por ejemplo, “mi hija
se fue de casa dejándome sola y abandonada, ¿y cuantos años tiene su hija
señora? 22, y ¿cuantos kilos tiene de sobre peso?, 22”, esta intentando suplir
ese abandono “haciendose” otra hija en su mismo cuerpo, o por ejemplo, la madre
de una niña con sobrepeso dice “me ponía hasta tres pantalones y dos chaquetas
para que las golpizas de mi esposo no me dolieran tanto” ¿Qué aprendió la niña? Que si estoy más
gordita menos me va a doler, y sube de peso cuando siente una agresión por
parte de un compañero en el colegio. Y así podríamos revisar muchos casos,
situaciones en las cuales nosotros mismos subimos de peso para protegernos,
para suplir una perdida o carencia, y hasta para ser “vistos”, por ejemplo en
el caso de alguien rechazado por sus padres, pues “entre más grande más me ven”.
Y si, las empanadas, el sedentarismo, los problemas glandulares influyen, solo que eso no llego solo, nosotros mismos
lo pusimos en frente en un afán de crear un escenario que nos permitiera subir
de peso.
Otro aspecto a revisar, la culpa, esa que nos encanta, esa que nos da el permiso de
agredirnos.
Un ejemplo,
me como una hamburguesa con papas y gaseosa y unas cervezas encima, ¿Qué me
engordó? No fue directamente o inicialmente la comida o la bebida, fue la
culpa, porque cuando hago algo que me hace sentir culpable automáticamente genero un castigo, porque de esa manera le doy “fin” a la sensación tan
incomoda de la culpa, es decir, por medio del castigo genero una solución a la
culpa, y al hacerlo, al generarme un castigo para gestionar la culpa que obtuve
por una acción que creí indebida, me pongo en una situación de inseguridad, y
cuando me siento inseguro siento miedo, y cuando siento miedo necesito
protegerme, y unos kilitos de más, grasa de más, me va a servir como escudo,
como almohada que amortiguara el dolor al que posiblemente estaré haciendo frente.
Y por
ultimo, y dejando muchos más puntos por tratar, quiero referirme a la “aceptación”,
esa que tanto nos cuesta y que tan de moda y que tantas aplicaciones de
celular, métodos físicos, dietas, ropa, etc, esta creando. Cuando no me acepto
tal cual soy, estoy yendo en contra de la situación, y cuando hago esto genero tensión, y cuando genero tensión, necesito más fuerza y energía, ¿y de donde la
saca mi cuerpo? De la grasa que acumulo, así de simple, el solo hecho de vernos
al espejo, no aceptar el cuerpo que tenemos en el momento y decir cosas
despectivas de nuestra apariencia física, nos pone vulnerables, nos hace sentir
inseguros, y volvemos a lo mismo, ¿si me siento inseguro que hago?, protegerme
¿Cómo? Una manera fácil y rica podría ser subiendo de peso. Aceptación, no resignación, podría ser una clave para comenzar a hacer consciencia y dar solución a lo que queremos gestionar en nuestro cuerpo, comprender que nos
movemos en la vida en base a necesidades, y que si por ejemplo tengo sobre
peso, voy al nutricionista y me da una dieta estricta, y me levanto cada mañana
pensando en dieta, vivo mi día pensando en dieta, me acuesto pensando en dieta,
y hasta me sueño con la dieta, ¿Qué siente mi interior que se necesita? Pues
dieta, ¿y que es lo primero que necesito para hacer dieta? Pues subir de peso,
y ya esta, generamos o mantenemos esos kilos que no queremos.
GIOVANNI
CASTAÑEDA
Terapeuta
Transpersonal