Bien. Lo primero que debemos tener en cuenta es que el ritual es más la expresión de una intención que una orden que se da. El ritual es la manera como canalizamos parte de nuestra energía hacia un propósito, y aunque es muy valioso, por si sólo no va a actuar, pues esa energía que movilizamos por medio de el, necesita un campo de acción externa, es decir, situaciones que conscientemente nosotros creemos.
El ritual nos muestra que tenemos cierto grado de consciencia sobre algo que necesitamos cambiar, y aquí viene otro punto importante. Tomar consciencia es igual que el ritual, es sólo una parte del trabajo. Tomar consciencia de algo es como tener un permiso interno para encaminarnos hacia un cambio de mentalidad o de acción. Es como cuando te aprueban vacaciones en una empresa, ya tienes el permiso, pero eso no significa que te vayas de viaje si tú no lo propicias.
Otra parte importante. El entorno y las relaciones que mantenemos. Esto no es más que el terreno en dónde vamos a sembrar las semillas que intencionamos con el ritual, porque, gracias a una toma de consciencia, consideramos que son las adecuadas a sembrar para recoger determinados frutos. Puedes hacer un ritual de fin de año por tu salud, porque ya tomaste consciencia de que algo debe cambiar, pero si continúas en un entorno que te empuja a perpetuar ciertas conductas, pues no va a pasar nada.
Algo más; el ritual no va a tener fuerza si la intención no es clara. Y para que la intención sea clara, hay dos puntos específicos que es necesario tener en cuenta. El primero es el para qué queremos generar el cambio que proponemos, o para qué queremos obtener lo que deseamos. Entre más profundo y amplio sea ese "para qué", más fuerza va a adquirir el ritual.
Y lo segundo es tener claro el precio a pagar. Todo tiene un precio, nada es gratis, nada obtenemos como regalo del universo o de Dios, todo acude a la ley de equilibrio, de compensación. Algo debemos dar a cambio por lo obtenido, y muchas veces sucede que, o no tenemos claro el precio a pagar, o sí lo tenemos claro pero no estamos dispuestos a pagarlo.
Como puedes ver son varias, pero no las únicas, razones por las cuales un ritual te hace sentir bien en el momento e incluso en los días posteriores, pero al final del siguiente año te encuentras haciendo otro para pedir por lo mismo.
Sin campo de acción esa energía del ritual se va a desperdiciar. Y ese campo de acción sólo llega cuándo hacemos una reflexión profunda, nos hacemos conscientes, y tomamos decisiones. De lo contrario se queda en una bonita tradición de fin de año, nada más.