lunes, 10 de septiembre de 2018

¿HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE DE NUESTRAS IDEAS?




"El mayor miedo del ser humano es no pertenecer" 
Ricardo Cortés

Si una de las mayores y más profundas necesidades del ser humano es reproducirse, su mayor miedo es no poder hacer parte de algo, por eso quizá su afán de reproducirse, porque asegura la pertenencia de su especie.
Desde antes de nacer, en el vientre de mamá, ya pertenecemos, no conscientemente, pero a nivel inconsciente ya hacemos parte de algo, ¿de qué? Pues de mamá y sus emociones, sus sentimientos, su memoria. Ahí podemos sentir algo de seguridad a pesar de los conflictos que mamá genere, pero no es por mucho tiempo, pasados unos meses salimos y nos encontramos con la antítesis de la seguridad, el mundo exterior. Comenzamos entonces a generar ese miedo primario, ese terror inconsciente a no pertenecer, ¿a qué? a algo, lo que sea que nos devuelva esa “seguridad” perdida, porque antes de querer reproducirnos lo que buscamos es sobrevivir, o por lo menos así lo entiende nuestro cerebro y nuestra mente no consciente, y ese sentido arcaico nos lleva a buscar esa sensación de pertenencia. Y de esa manera nos unimos a nuestro clan, a los nuestros, a sus ideas y a su manera de ver el mundo, a su manera de experimentar la vida. Ya pertenecemos, ya estamos seguros, eso sí, sin importar el precio. Y así continuamos intentando pertenecer a algo, casándonos con ideas que vamos encontrando en nuestro camino, ideas que de preferencia validen en parte nuestra pertenencia al clan, a nuestra familia. Y seguimos y cultivamos ideas, creencias, maneras de ver y reaccionar ante el mundo, y así mismo nos “estrellamos” continuamente porque siempre vamos a encontrar a otros que se casaron con ideas diferentes, y aumentamos el nivel de pánico y la necesidad de pertenencia.
Pero ¿y cuál es el problema con pertenecer? Que si no somos conscientes de ello y nos casamos con esa pertenencia y sus ideas, nos limitamos, nos llenamos de miedo y vivimos desde el miedo haciéndonos el mundo más “pequeño e inseguro”. El problema no es pertenecer, tener una idea, el problema es ligarse a ella de por vida.
Queremos ser libres, pero buscamos de mil maneras las barreras que nos lo impiden.
Somos seres cíclicos, todos, no solo las mujeres, cambiamos constantemente, el cuerpo, el cerebro mismo hace conexiones diferentes cada momento, por eso no es el mismo de ayer, las células mueren y nacen otras nuevas, nuestra fisionomía cambia así como cambia todo en la naturaleza, de la cual somos parte solo que a veces la consideramos algo independiente de nosotros, somos energía viva, en movimiento, no estática, no muerta ¿entonces porque empeñarnos en volvernos inalterables? ¿Por qué si nuestro cuerpo y nuestro entorno cambian constantemente tenemos que negarle esa posibilidad a nuestra mente y nuestros pensamientos? ¿Acaso no son parte de nosotros como nuestro cuerpo?, y la respuesta es por miedo, terror a salir de una repetición estéril y entrar en nuestra esencia creativa como anotaría  Alejandro Jodorowsky.
Y ahí es cuando disfrazamos esa libertad tan anhelada con máscaras que llamamos dogmas, creencias, visiones sobre el mundo y posiciones radicales sobre la vida. Queremos ser libres pero nos atamos una cadena y un grillete a nuestros pies con ideas pre concebidas, con prejuicios y con VERDADES, porque nos encanta ser poseedores de la verdad.
¿Porque no nos permitimos ser unos hoy y mañana otros? ¿Por qué lo que hoy pensamos lo tenemos que grabar en piedra? quizá para luego sentir que hay algo que nos puede traer un beneficio en este afán de libertad y sentirnos mal porque ante todo, incluso antes de nuestro bienestar, está la estéril lealtad que juramos a nuestros ideales por miedo a nosotros mismos, por miedo a aceptar nuestra naturaleza cíclica y cambiante.
Intentemos por un día no casarnos con nuestras ideas, con la visión que tenemos de las cosas a ver qué pasa.
¿Será que nos descargamos un poco?, ¿será que nos aligeramos?, ¿será que chocamos menos con nuestro entorno?, ¿será que al menos por un día nos sentimos realmente libres?
Quizá sea eso lo que pase, quizá no, pero por un día nos habremos permitido ser uno con nuestra naturaleza cíclica, por un día habremos salido del miedo insano, por un día al menos antes de partir habremos experimentado ese sentimiento de unidad con el todo que tanto buscan las filosofías antiguas, por un día habremos dejado de  lado los conceptos que intentan definir, limitar lo que es espiritualidad y nos habremos reconocido como parte viva de la naturaleza. Pero esto no lo propongo como un tema social de inclusión, aunque pueda servir no es mi intención, es algo que va mucho más allá de ello, no es que por un día estemos de acuerdo con las ideas de los demás, pues siento que así volvemos a caer en lo mismo, volvemos a caer en mandar hacia afuera la responsabilidad propia, no, no es estar de acuerdo con todo y todos, es por un día estar en desacuerdo con nosotros mismos, con nuestras ideas y nuestros juicios. No es que por un día seamos otros, porque volveríamos a definirnos a limitarnos, es que por un día no seamos nosotros.
No busquemos la libertad, que para mí es sinónimo de espiritualidad, en la limitación, en definiciones y conceptos, es más, no la busquemos, solo permitámosle su expresión.

Este articulo responde a una idea propia no a una verdad, una idea que tengo hoy y que espero usted encuentre más adelante refutada por mi mismo en un articulo diferente.
No nos casemos con nuestras ideas ideas.

Luis Giovanni Castañeda Ramírez
Terapeuta Transpersonal
Sesiones terapéuticas, charlas y talleres con un sentido psicológico y espiritual

No hay comentarios.:

Publicar un comentario