viernes, 13 de marzo de 2020

¡ DALE ACEPTAR !




Una abeja reina hace lo que tiene que hacer, una abeja obrera también, entre las hormigas pasa igual, las plantas crecen cuando, cuanto y en donde deban hacerlo, un perro es un perro y un gato un gato, por donde miremos en la naturaleza no hay pretensiones. Nacer,  crecer, comandar una manada, cazar, marcar un territorio, alejar a un enemigo o pelear por reproducirse no pueden, desde mi punto de vista, considerarse como pretensiones, simplemente son acciones manifestadas desde una posición clara, desde un objetivo, inconsciente quizá, de avance, evolución, desde la necesidad de aportar a una gran obra que quizá este ávida de nuestra mano.
Pero nosotros pasamos la vida pretendiendo, pretendiendo ganar por ganar, llegar al éxito profesional o económico, acumular, sea cosas o conocimientos , pasamos la vida queriendo llegar a la cumbre, pero cuando llegamos no la vemos, nuestro ego no la deja ver, porque siempre nos va a decir que necesitamos más, que esa no es la cima, que aún falta mucho por tener, ganar, acumular, pasamos la vida creyéndonos un cuento que nosotros mismos nos contamos en donde nos decimos que somos el gran aporte, cuando somos los últimos en la fila para hacerlo. Aun así podríamos aportar, pero para ello tendríamos que renunciar a esa falsa “condición superior” que nosotros mismos nos asignamos y que al final de cuentas lo único que hizo fue separarnos, pero aun así seguimos teniendo chance, aun así podemos hacer nuestro aporte, ¿Cómo?, ocupando el lugar que nos corresponde, sin juzgarlo, sin pretenderlo, sin querer hacerlo mejor, o más grande, o sin querer obtener a cambio lo que ese lugar no nos va a dar nunca, solo vivenciándolo, experimentándolo, tratando de comprenderlo, ocupándolo, nada más, creo que ahí está una gran clave, una de las claves terrenales para toda infelicidad e insatisfacción. Solo observemos nuestro entorno, nuestra vida presente, esa que obtuvimos gracias a nuestro “pasado”, eso que somos  y tenemos hoy es lo justo, es lo que debemos tener y lo que debemos ser, eso que hoy vemos, probamos, tocamos, escuchamos, pensamos, eso es lo que nos da un lugar, y aceptarlo es lo que nos puede liberar, pero nos da miedo, nos atemoriza porque desde pequeños nos dijeron que nuestro lugar siempre va a estar más allá del que estamos ocupando, y nos enredamos con ese cuento, no lo entendimos, no lo comprendimos y así pasa que tenemos un trabajo y queremos uno mejor, ganamos un sueldo y queremos un mejor, tenemos una pareja y queremos una mejor, compramos una casa y queremos una mejor, tenemos hijos y queremos más a ver si de pronto nos quedan mejor, nunca estamos satisfechos y nunca lo vamos a estar mientras, como cada hormiga o abeja, no aceptemos nuestro lugar, no aceptemos que ocupamos un espacio y que ese espacio, desde el mismo, sin pretensiones, ya hace un aporte, una labor, y que aceptar el lugar que en el momento nos corresponde nos va a dar la posibilidad de generar, sin lucha ni esfuerzo, un cambio de perspectiva con respecto a la vida, pues no se trata de que no podamos avanzar en la metas que nos planteamos, se trata que estamos acostumbrados a querer avanzar hacia esas metas sin siquiera vivir y aceptar la que ya hemos conseguido, es como querer subir un escalón sin disfrutar ni agradecer el que nos está sirviendo de apoyo. Queremos que la vida esté de nuestro lado pero todo el tiempo vamos en contra de ella.
Aceptemos que mientras queremos tomar la pelota con las manos, la pateamos con el pie, aceptemos que, en este medio, en este plano material de consciencia, ocupamos un espacio y ejercemos una labor, aceptemos que si ocupamos nuestro lugar dignamente vamos a eliminar tensión, angustia, insatisfacción, y que si eso pasa, vamos por fin a aceptarnos por lo que somos, pedazos de un dios que necesita volverse a integrar para dar un paso más, ¿hacia dónde?, no sabemos, pero de lo que si podemos estar seguros es que para dar ese paso, necesitamos realmente aceptar los zapatos que estamos calzando.
Mientras fluyan nuestros procesos, continuémoslos, cuando se estanquen soltémoslos, tomemos ese lugar para poder generar un cambio, no va a ser eterno porque la impermanencia nos rige, pero aceptémoslo por ahora, sin lucha, sin tensión, sin sentirnos  frustrados, porque ese lugar que acabamos de obtener, no es ni más ni menos de lo que deberíamos estar viviendo, y observémoslo para que veamos como aporta.
Y por favor, comprendamos esto, no tomemos esta idea como conformismo o resignación, no, la idea es avanzar desde la aceptación, no desde la tensión. La única forma para que usted llegue a un punto determinado es que primero se dé cuenta de cuál es el punto en el que esta, usted no puede llegar a Paris si primero no sabe, reconoce, y acepta que está en América, de lo contrario ¿Qué vuelo tomaría?, ¿Cuál sería la ruta adecuada?, así mismo pasa con cualquier objetivo en la vida, o cualquier situación difícil que se le presente y de la cual quiera salir, si no reconoce quien y que es lo que hace en este punto de su vida, difícilmente va a poder llegar a donde necesita.
Cuando no aceptamos lo que es, vamos en contra del momento presente, y cuando hacemos esto vamos en contra de la vida, porque esta solo consiste en este momento, nada más, y al ir en contra de la vida y no fluyendo con ella, ¿que podríamos experimentar?, pues dolor, insatisfacción, frustración, etc.
La aceptación no significa que no podamos cambiar las cosas internas que necesitamos cambiar, la aceptación significa que aceptamos la vida y que le decimos que no estamos contra ella.
Vivamos el momento que estamos viviendo, sin juicios, sin etiquetas, sin condicionamientos, solo aquí en el presente, pues no hay más, el resto hace parte de nuestra imaginación.



Este texto está inspirado en las enseñanzas de Eckhart Tolle y su idea de aceptación del presente como fuente de unión con nuestro espíritu.

GIOVANNI CASTAÑEDA
Terapeuta Transpersonal


No hay comentarios.:

Publicar un comentario